domingo, 26 de febrero de 2012

Por qué no me gusta la palabra emprendedor. (Primera parte)

No sólo no me gusta, se podría decir que me produce ronchas.

¿Qué evocará la palabra emprendedor en los autodenominados liberales de nuestra derecha nacional? Cuando pronuncian la palabra, sus ojos brillan, sus bocas salivan, como en el cuento de la lechera su ojos se desvían hacia arriba y a la derecha (por supuesto), y sueñan acaso ...con miles de puestos de trabajo creados (al menos, con miles de parados menos, que se ocupan de sí mismos y dejan de dar la tabarra a sus gobernantes, que seguro que tienen cosas mejores que hacer que buscarles un curro), con crecientes economías que fomentan el patrocinio, el sponsoring, la beneficencia (FRASES DUCALES:
«El patrocinio debe considerarse como una actividad estratégica de la empresa, cuya longevidad debe ser la suficiente como para poder consolidarse sus efectos positivos.» A. MANRESA - Palma de Mallorca - 18/12/2011, en el diario “El País”, citando a I. Urdangarín, Duque de Palma de Mallorca: http://www.elpais.com/articulo/espana/Urdangarin/pedia/empresas/canon/anual/elpepiesp/20111218elpepinac_9/Tes); con estatuas de próceres que surgen solas, con tan sólo el esfuerzo de ir a la inauguración a brindar con champán francés, en cuidados parques en los que eficientes jardineros recogen a mano las hojas secas una por una; con comedores para pobres que no muerden la mano que les da de comer; con dueños de fábricas que proveen a sus fieles empleados mutilados en accidente laboral de una portería donde pueden comer caliente y ser felices cuando saltan con sus muletas para abrirle la puerta al amado patrón (que naturalmente podría haber instalado con mucho menos coste una puerta con motor eléctrico)...

Sigamos con las evocaciones.

Un emprendedor es un héroe solitario en el país de los paniaguados sin imaginación, alguien que no renuncia a su iniciativa en favor de la de los demás, alguien que tiene un sueño y lo persigue, y eventualmente lo alcanza; o fracasa en la tarea, pero sólo para levantarse, sacudir el polvo de la caída de sus gastadas ropas, y volver a intentarlo con más ímpetu, porque todo fracaso no es sino la puerta de una nueva oportunidad (no pierden oportunidad, los que la conocen, de citar la frase atribuida a Edison:”no fracasé, sólo descubrí 999 formas de cómo no hacer una bombilla”).

Basta de evocaciones.
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